El 12 de abril de 1488 los Reyes Católicos se encontraban en Valencia y desde
allí enviaron una carta y a “Juan de Guzmán y Luis de Aguirre, nuestros aposentadores” para
que organizasen junto con el Concejo la estancia de los reyes y de toda la
corte en la ciudad.
El
25 de abril, el pregonero, Juan Fontes, anunciaba por las calles de la ciudad
que, al día siguiente, “sábado, antes de comer” los reyes llegarían a la
ciudad. En el mismo bando se instaba a todos los vecinos a que saliesen “a
recibir a sus altezas al llano de Churra”. Los caballeros irían con el
Adelantado don Juan Chacón y los peones con sus armas “lo mejor aderezados que
pudiesen”. Serían multados aquellos que no acudiesen.
Por fin llegó el esperado día. El 26 de abril de 1488 la comitiva
real se acercaba a Murcia por el camino que bordean los castillos de Alharache
y Monteagudo hasta llegar a la muralla del arrabal de la Arrixaca la cual
atravesaron por la Puerta de Molina en el actual Jardín de la Seda. Desde allí,
siguiendo aproximadamente la actual calle de Mariano Girada, llegaron hasta la
puerta de Azoque en el cruce de las calles Santa Teresa y San Nicolás.
Allí fue donde el concejo con el corregidor Juan Cabrera a la
cabeza recibieron a los reyes al tiempo que
le pidieron que “obiesen por bien de jurar que guardarán y farán guardar
y mantener a esta dicha cibdad de Murcia todos sus privillejios, franquezas e
libertades que tienen”. Así lo hicieron los monarcas sobre un misal.
Tras este acto continuaron su camino hacia la Catedral por las
actuales calle de San Nicolás, Plaza de Santa Catalina, plaza de San Bartolomé
y Trapería, hasta llegar “a la Yglesia Mayor de Santa María, donde se apearon”.
Sobre las cuatro de la tarde llegó a la ciudad el príncipe Juan que
ya tenía su propia corte.
El 28 de julio salían los Reyes de Murcia camino de Orihuela.
Desde allí pasaron por Villena, Yecla y Chinchilla. El 10 de agosto ya habían
abandonado el Reino de Murcia dirección a Valladolid.