27 febrero 2020

Capilla del Beato Andrés Imbernón (Catedral de Murcia


Es la tercera capilla de la nave lateral norte desde el crucero.

Fundada en 1440 por el canónigo Bartolomé Brian bajo la advocación de los Santos Reyes Magos pasó a llamarse de san Calixto cuando la adquirió el deán Martín de la Selva en 1482 tras lo cual hizo una ampliación del fondo.

En el siglo XVIII, al ser beatificado el murciano Andrés Imbernón por el papa Pío VI el 31 de mayo de 1791, se le dedicó la capilla. 

La imagen barroca policromada del beato (1794) es obra de Roque López. Costó 3000 reales[1].

La capilla fue en su origen gótica. En 1811, el arquitecto Francisco Bolarín altera el arco ojival de la entrada en arco de medio punto, y transforma el interior en una de las capillas de estilo neoclásico[2]. Al reformarla se demolió todo lo que había y se hizo una nueva con cúpula tabicada de media naranja sobre cuatro arcadas iguales de medio punto y linterna.

El retablo neoclásico, de Ginés Ruiz (¿), está compuesto de dos columnas lisas de granito, con capiteles corintios dorados.  En el tímpano, un triángulo, símbolo de la divinidad, del que salen radios dorados formando un círculo.  Flanquean dos ángeles rampantes en actitud de adoración obra del valenciano José Molino. Triples columnas de piedra, pareadas, con capitel corintio, marcan los límites de un cuadrado.

Aquí se encuentran los sepulcros de Saavedra Fajardo (1584-1648), José Selgas (1822-1882) y el sacerdote Juan Sáez Hernández (1897-1982) en las paredes izquierda, derecha y suelo, respectivamente.













[1] ORTÍN CANO, P. (1997). Heráldica de la Catedral de Murcia. Murcia. Pág. 186
[2] FERNÁNDEZ MOLINA, FAUSTINO (2008). Visita la Catedral de Murcia

CAPILLA DE SAN FERNANDO (Catedral de Murcia)


Fundada en 1477 por el regidor de Murcia Pedro de Calvillo Carrillo para enterramiento de sus familiares. La decisión de realizar las obras se tomó en 1400.

En un principio la capilla se llamaba de “la Concepción” por un lienzo que se encuentra en su ático.

A principios del siglo XVII la capilla fue comprada por el Cabildo quien, tras la canonización de Fernando III (4-2-1671) por Clemente X, se la dedicó a este nuevo santo.

Conserva el arco gótico de la entrada.

La crucería original de la bóveda es anterior a 1477; es una bóveda con cuatro nervios sin clave.

La capilla fue ampliada hacia el fondo, hacia lo que era la mezquita, como se ve en la media bóveda añadida.[1]

No fue alterada en su estructura, pero sí adornada con un grueso baquetón que recorre las dos paredes laterales, con sendos florones de follaje en el centro de cada paño.

Retablo rococó del siglo XVIII con imagen anónima de San Fernando, en madera tallada, y policromada por el pintor murciano Nicolás Villacís (1650-1690). La imagen fue enviada en 1675 (según la placa que hay en la propia capilla), en 1676 (según Pedro Ortín) o en 1677 por la reina madre Mariana de Austria, viuda de Felipe IV y madre de Carlos II.

Sobre el retablo, hay un cuadro de la Inmaculada del siglo XVII que dio nombre a la capilla durante muchos años como hemos dicho anteriormente.

En las paredes laterales vemos dos marcos barrocos dentro de los cuales hay sendos cuadros de Santa Teresa y de la Santísima Trinidad coronando a la Virgen (ambos del siglo XVIII).

En la reja hay tres escudos policromados. El que está a la izquierda del espectador pertenece a los linajes Lucas y Guil. El escudo de la derecha es de los Carrillo y Calvillo. El central tiene una inscripción en el reverso que dice VILLAFAÑES. Está coronada por una cruz de cuatro brazos.

En el ático del retablo sobre el lienzo de la Inmaculada hay otro escudo que reúne los de los Lucas, Guil, Vargas, Verátegui y Carrillo-Calvillo.[2]












[1] FERNÁNDEZ MOLINA, FAUSTINO (2008). Visita la Catedral de Murcia
[2] ORTÍN CANO, P. (1997). Heráldica de la Catedral de Murcia. Murcia. Pág. 185



26 febrero 2020

LA CATEDRAL DE MURCIA, ANTIGUA PARROQUIA


Hasta 1908 la Catedral de Murcia tuvo la consideración de parroquia por lo que en ella fueron bautizados infinidad de murcianos en la primera capilla de la nave lateral norte.


En febrero de ese año el obispo de la diócesis ordenó la fusión de la parroquia de Santa María la Mayor (Catedral), con la de San Bartolomé.

En el decreto se indicaba que esta fusión tendría efecto a partir del 1 de abril y efectivamente ese día quedó reflejado en el Libro de Bautismos de San Bartolomé como que “comenzó a regir la nueva demarcación parroquial quedando clausurados los libros correspondientes a la Parroquia agregada”.

La primera bautizada después de la fusión fue “María Asunción, de Juan Iniesta y Carmen González”.

El cura ecónomo de la nueva parroquia de San Bartolomé y Santa María, el día de la fusión era don José Jaén.







20 febrero 2020

¿QUÉ ES UNA TAHÚLLA?

Una tahúlla es una unidad de superficie empleada en la Huerta de Murcia equivalente a un cuadrado de 40 x 40 varas castellanas.

La vara no medía lo mismo en toda España por eso hemos de indicar que en Murcia equivalía a 0,8359 m.

Así pues una tahúlla es un cuadrado de 33,436 m de lado lo que da una superficie de 1.118 m2.



13 febrero 2020

JOSÉ ECHEGARAY Y SU RELACIÓN CON MURCIA

José Echegaray, Premio Nobel de Literatura en 1904, nació en Madrid en 1832 aunque su familia se trasladó a Murcia en 1835 al obtener su padre la cátedra de Agricultura en el Instituto Alfonso X el Sabio y en nuestra ciudad vivió hasta cumplir los 14 años.

Echegaray fue nombrado Hijo Adoptivo de Murcia en 1901 pues como él mismo decía “Yo puedo llamarme murciano, con gran derecho, si es que nuestra tierra es la tierra en donde desarrollamos nuestro cuerpo y formamos nuestro espíritu. No he nacido en Murcia pero en ella me he criado, y los primero recuerdos que tengo de mi niñez los tengo en Murcia. Aquí para mis adentros, ¡me siento murciano! ¡muy murciano!

Años más tarde, en 1905, un amigo, el señor Maestre, le pide unas líneas para el “El Bazar Murciano”, publicación que sacaba la conocida tienda de juguetes murciana.
Ante la petición, Echegaray reconoce que no pudo negarse pues se trataba de algo relacionado con Murcia.

En su escrito afirma que “yo fui niño en Murcia, y no he vuelto a serlo en ninguna otra parte”.

Recordando su infancia en Murcia dice:
“Yo no olvido aquella alameda murciana del Carmen, con su fila de tiendas, llenas de toda clase de juguetes en los días de la feria. Caballos de cartón, sables rectos y sables curvos, escopetas que hasta hacían estallar pistones; tambores… más ruidosos que los de los soldados verdaderos”

También recuerda sus andanzas por la huerta: “¡Cuántas cometas, estrellas y barriletes he remontado yo en Murcia cuando chico, desde la alegre azotea ó desde la hermosa huerta próxima al Malecón, ó desde la fábrica de Salitre!” “Yo remontaba cometas por jugar, porque me regocijaba ver sobre el hermoso azul del cielo murciano unos cuantos pliegos de papel con armazón de cañas de mi propia fábrica, flotando en los aires, y sujetos á mi voluntad por un hilo”.

En 1899 ardía el Teatro Romea pero catorce meses después se inauguraba de nuevo con la obra de Echegaray “El estigma” rindiéndosele homenaje a tan ilustre autor.


Como he dicho al principio de estas líneas, a don José se le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1904 “en reconocimiento a las numerosas y brillantes composiciones que, de manera individual y original, han revivido las grandes tradiciones del drama español ".






01 febrero 2020

EMILIA PARDO BAZÁN EN MURCIA (y 2)


Como ya dijimos en una entrada anterior publicada en este grupo de Facebook, Emilia Pardo Bazán visitó Murcia durante el verano de 1899. Su objetivo, según ella misma confiesa, era recorrer la huerta y conocer la obra de Salzillo.

Tras recorrer la ciudad y la huerta marcha a Cartagena para volver de nuevo a la capital y acometer el segundo objetivo de su visita a nuestra tierra, conocer la obra de Salzillo.

La propia escritora nos confiesa que no le fue fácil la tarea de poder admirar la obra del genio. Para empezar preguntó en la fonda en la que se alojaba dónde podía admirar la obra de imaginero y desde allí la mandaron al Museo Provincial donde no había ninguna de sus obras. Tras más de una hora deambulando por el mueso alguien la orientó hacia la iglesia de Jesús Nazareno a donde se dirigió en coche para ganar tiempo y poder ver los santos antes de que cayese la tarde.

Pero una vez allí surge una nueva dificultad. Para contemplar las obras de Salzillo hay que solicitar permiso al Hermano Mayor de la Cofradía que por delegación concede el portero de la iglesia.  

Ya dentro de la iglesia comprueba que los Pasos están distribuidos en capillas diferentes, y para mirarlos es preciso trepar por escaleras de madera y tablados de acceso dificultoso. Algunos se ven libremente pero otros están encerrados, no ya en hornacinas ni camarines, sino en armarios, cuyos vidrios y barrotes estorban casi del todo la vista.

Del Prendimiento dice que “no concibo cosa más bella que aquel Jesús, que presenta la mejilla al beso de Judas”. Es lo que más le impresiona de la obra de Salzillo.

También le impresiona La Oración en el Huerto.

De la Cena, opina que

el conjunto de las figuras es de una expresión y una valentía extraordinarias”.

En definitiva, su opinión sobre Salzillo después de admirar su obra es que se trata de un “consumado artista, reflexivo y dueño de los secretos, y no el realista fiel hasta el servilismo que muchos le creen”.

Cumplidos sus objetivos en tierras murcianas la autora de “Los pazos de Ulloa” partió hacia Orihuela y Elche.