30 diciembre 2019

VISITA DE MENÉNDEZ PELAYO A MURCIA


Los días 3, 4 y 5 de abril de 1898 visitó la ciudad de Murcia el escritor e historiador don Marcelino Menéndez Pelayo.

Llegó a la ciudad el domingo 3 de abril por la mañana en el tren correo de Madrid siendo recibido en la estación por el gobernador civil, por el Conde de Roche, en cuya casa de la Plaza de los Apóstoles se hospedó,  y otras personalidades de la vida política y cultural murciana.

Sabemos, por lo que nos cuenta El Diario de Murcia, que al día siguiente pudo visitar por espacio de dos horas el Belén de Salzillo, propiedad por aquella época de la Marquesa de Salinas que lo guardaba en su palacio de la calle Riquelme quedando maravillado el escritor cántabro por la belleza de las piezas salidas de las manos de Salzillo.

Fue acompañado en esa visita, entre otros, por el diputado y futuro ministro, el murciano García Alix y por su íntimo amigo el Conde de Roche.

Al día siguiente fue visitado por una comisión de profesores del Instituto presidida por su director D. José Santiago Orts; por otra comisión del cabildo eclesiástico y otra comisión de catedráticos del Seminario de San Fulgencio.

Al mediodía estuvo el Sr. Menéndez Pelayo en la Catedral, donde le esperaba un grupo de canónigos, los cuales le acompañaron en la visita que hizo a dicho templo y le mostraron las alhajas y obras de arte que atesora.

El día 8 de abril fue Viernes Santo y don Marcelino tuvo ocasión de contemplar la procesión de los Salzillo en todo su esplendor tal como nos informa José P. Tejera en la primera página de El Diario de Murcia del día siguiente.

El periodista no escatima elogios en su columna cuando se refiere al escritor uno de los españoles más inteligentes y autorizados en materias de arte bello y de ardua ciencia estética; (…) uno de los españoles más esclarecidos en el cultivo asiduo y fecundo de la docta literatura y de la alta critica”, “el varón más eminente de cuantos hoy en las Academias, en las Universidades y en las Escuelas españolas”




EL COLEGIO DE SAN LEANDRO


 Cuando paseamos por la Plaza de los Apóstoles podemos contemplar un edificio cerrando la plaza y flanqueada por las calles de San Antonio y de los Apóstoles.

Ese edificio que ha tenido infinidad de funciones a lo largo de su historia, fue en su momento el Colegio de San Leandro, fundación del Cardenal Belluga.


El 11 de agosto de 1747, el marqués de los Llanos envió al obispo y Cabildo una solicitud para que se hiciese efectiva la cláusula que desde Roma, en 1741, otorgó el Cardenal Belluga, para fundar un 
Colegio seminario para infantes que sirviesen diariamente en el coro de la Catedral.

En el Cabildo de 4 de enero de 1749 se acordó que, mientras se construía el edificio para el nuevo colegio, los doce colegiales ocupasen el Seminario de San Fulgencio llevando beca morada para distinguirse de los estudiantes de dicho seminario que la llevaban verde.

Pero el 27 de junio de ese mismo año se alquiló una propiedad del marqués de Espinardo que después de reparada fue ocupada por los colegiales y sus maestros el 25 de julio. El día 11 de julio fue nombrado rector del mismo al Arcediano de Lorca, don Alonso José de Mesa aunque dimitió pocos días después, el 19, siendo sustituido por el maestre-escuela don José Belluga y Vasco, sobrino del Cardenal.

Al año siguiente se compraron unas casas que había entre las calles de San Antonio y Ceballos que se demolieron y se construyó un nuevo edificio que quedó terminado el 28 de junio de 1774.

En la fachada del edificio podemos ver dos escudos y sobre el balcón una hornacina con la estatua de san Leandro con báculo y mitra. Sobre la hornacina un cartonaje de escudo con el grabado “Año de 1774”.

A principios del siglo XIX el colegio desapareció como tal teniendo a partir de ese momento infinidad de funciones como fonda, cuartel o más recientemente sede del periódico La Verdad o de alguna emisora de radio.

Actualmente solo se conserva la fachada y aun esta ha sido modificada añadiéndole dos pisos más.






27 diciembre 2019

EL PALACIO EPISCOPAL DE MURCIA

El primitivo Palacio Episcopal no se encontraba donde ahora lo vemos sino justo enfrente en la manzana que delimitan las calles Salzillo, Azucaque, Polo de Medina y la Plaza de Belluga. Un arco-pasadizo lo unía con la Catedral para que el obispo pudiese ir de un edificio a otro sin bajar a la calle.

Desde principios del siglo XVIII comienza a presentar problemas por lo que ya los obispos Belluga y Ruiz de Montes ya comenzaron a ver la necesidad de edificar uno nuevo. Pero fue el obispo Juan Mateo López y Sáenz quien el 28 de agosto de 1748 bendijo la primera piedra del nuevo palacio en unos terrenos cedidos por Fadrique Vicente de Toledo, Marqués de los Vélez, y en los que antes se encontraba el Palacio del Adelantado. Las obras se iniciaron por el Martillo, continuaron con la fachada de la Glorieta para finalizar con la principal de la Plaza de Belluga.

El 11 de mayo de 1752 el obispo se trasladó a las dependencias que primero quedaron concluidas del nuevo Palacio aunque este estaba sin acabar. Allí falleció cinco meses después. Pero su sucesor don Diego Rojas y Contreras no cejó en el empeño y consiguió acabar la obra en 1762.

El costado izquierdo del Palacio es medianero con la Cárcel eclesiástica y con el Seminario de San Fulgencio con los que tiene comunicación interior.

En el Martillo se instaló la Biblioteca Episcopal inaugurada el 8 de octubre de 1787.



23 diciembre 2019

HUELGA EN LA FÁBRICA DE SEDA DE SAN DIEGO DE MURCIA


En 1911 tuvo lugar en Murcia una huelga de las hilanderas de la fábrica de seda de San Diego. Las trabajadoras enviaron una carta al director del periódico El Liberal, publicada el 26 de septiembre de ese mismo año, en el que exponían los motivos de la misma.  Esta son algunas de sus consideraciones y de sus condiciones de trabajo.

La jornada laboral comenzaba a las seis menos cinco y terminaba a las siete menos cuarto de la tarde (12 h y 40 minutos) si bien tenían 20 minutos para almorzar y 45 minutos para la comida del mediodía; es decir 11 horas y 35 minutos de trabajo efectivo.

¿Y del sueldo, qué podemos decir? Pues que “todo este trabajo es retribuido con el sueldo, por término medio, de 0,60 pesetas diarias, (pues si bien es cierto que hay algunas pocas que ganan 0,80 pesetas, la mayoría solo ganan 0,50)”.

Pero a esa cantidad hay que descontarle la cantidad de entre 40 a 90 céntimos de multa con que son sancionadas semanalmente, la mayoría por “estar distraídas”, “y ¡desgraciada de la que diga una palabra! pues es retribuida con un bofetón, o cuando menos con 8 o 15 días de arresto”.

Las hilanderas de San Diego finalizan su carta pidiendo "á nuestra primera autoridad, que, para evitar disturbios permanezca dicha fábrica cerrada y que una comisión del centro de Reformas Sociales y otras de personas sensatas, se informen y vean si es cierto lo que decimos y juzguen si es justo lo que pedimos y confiando en que seremos atendidas en nuestro ruego”.





22 diciembre 2019

PRIMERA BAJADA DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA A LA CIUDAD (1694)


Finales del siglo XVII. Era pastor de la diócesis desde 1685 el obispo don Antonio de Medina Chacón, personaje de tendencias dictatoriales y enfrentado al Cabildo catedralicio por su disparidad de opiniones en diversos asuntos, entre ellos, la competencia en la organización de procesiones.

En este ambiente nos encontramos cuando movidos por la sequía que asolaba el Reino se trasladó a la Virgen de la Arrixaca desde el convento de los agustinos a la Catedral.

Dado que la situación hídrica no mejoraba se estudió la posibilidad de retomar el tema de las rogativas por lo que el Cabildo pensó en bajar a la Virgen de la Fuensanta.

El 15 de enero de 1694 el obispo se enteró de las intenciones del Cabildo con la complicidad de los capuchinos. Inmediatamente fue advertido el Vicario de los Capuchinos de la negativa del obispo a dicho traslado; igualmente fue avisado de la prohibición el Cabildo y el Chantre a cuyo cuidado estaba la ermita del monte.

A pesar de todo la imagen se trajo a Capuchinos en la tarde del 16 de enero acompañada por una multitud de fieles. La procesión llegó al convento de Capuchinos (en el actual Barrio del Carmen) ya de noche y al día siguiente, después de Vísperas, fue trasladada a la Catedral.

Enterado el obispo excomulgó a algunos capitulares y al superior de los capuchinos y fueron privados de su facultad de confesar y predicar el resto de frailes aunque tras unas mediaciones les fueron retiradas las penas.

Tras el Setenario que se realizó en la Catedral, la Fuensanta fue devuelta en procesión al convento de los capuchinos presidida ahora por el obispo.

Parece ser que llovió e incluso nevó. Aunque en mayo la sequía persistía y se hubo de hacer nuevas rogativas primero con la Arrixaca y luego con la Fuensanta.

Un mes después se empezó a barrenar el cerro para iniciar la construcción de una nueva ermita que se concluiría en 1712. La fachada es de 1705 obra de Toribio Martínez de la Vega.

En 1702 hubo otro periodo de sequía y se volvió a las rogativas con la Arrixaca pero el 30 de diciembre fue devuelta a San Agustín sin que hubiese llovido. Se bajó a la Fuensanta depositándola en San Pedro y llovió copiosamente aumentando aún más el fervor de los fieles.

En 1731 fue llevada por última vez la Arrixaca a la Catedral y desde ese año la Fuensanta fue considerada única patrona de la ciudad.