26 junio 2019

ISABEL II EN MURCIA. 1862


En octubre de 1862 Isabel II había iniciado un recorrido por varias provincias de Andalucía y la de Murcia previendo su entrada a la misma por Cartagena.

La comitiva real, compuesta por la reina, el rey consorte Francisco de Asís, el príncipe Alfonso y la infanta Isabel, llegó a Cartagena vía marítima procedente de Almería un 23 de octubre de 1862. Tras su estancia en la ciudad departamental, el día 24 partió la comitiva real hacia Murcia en tren realizando el primer viaje por vía férrea en la historia de la Región. El viaje se realizó por unas vías montadas de manera provisional para que la reina pudiera hacer el viaje. También eran provisionales las estaciones de Cartagena y Murcia.

A las 6,10 de la tarde llegaba el tren a la estación de Murcia. Desde la estación la reina se trasladó a la Catedral por unas calles engalanadas con arcos del triunfo y diversos adornos que el municipio colocó a lo largo del recorrido.

Tras su visita a la Catedral y un recorrido por algunas calles engalanadas de la ciudad pasó a alojarse en el Palacio Episcopal.

Al día siguiente, el sábado 25 oyeron misa en la Catedral. Tras un recorrido por el interior del templo la familia real se trasladó al Palacio Episcopal.

Allí, a las 13,30 h se llevó a cabo un besamanos al que asistieron “Señoras en trage redondo escotado y manga corta”.

Concluido el besamanos desfilaron ante la reina casi 200 señoritas de toda la provincia que ofrecieron canastillas con frutas y flores de la tierra.

A las dos de la tarde recibió a todos los alcaldes de la provincia y a unas jóvenes que le hicieron entrega de unos trajes de huertana.

Con motivo de la visita de la reina, la Diputación entregó 36 lotes de 5.000 reales a otras tantas huérfanas, cuya entrega hizo la reina.

Por la tarde visitó el Hospital de San Juan de Dios los tres establecimientos de beneficencia de la ciudad.

Por la noche desfiló el Entierro de la Sardina. La “mascarada” partió de la plaza de Santo Domingo y por Trapería, Cadenas, Puerta del Pozo y de los Apóstoles, llegó hasta plaza del Palacio donde estaba la familia real.

Al día siguiente, 26 de octubre visitó la exposición de obras de Salzillo que se montó en el convento de san Agustín. Al salir de la exposición le esperaba un coche que les llevaría a la Fuensanta.

Al regresar a Murcia y antes de recogerse en su lugar de alojamiento visitaron los conventos de las Agustinas y Teresas.

Uno de los acontecimiento más importantes de la visita real fue la inauguración del Teatro de los Infantes con la representación de la obra de Eguilaz “La cruz del matrimonio” interpretado por los hermanos Julián y Florencio Romea y las actrices Barrobianco, Sanz y Orgaz.

Aunque en distintos documentos se afirma que el teatro fue inaugurado el 25 de octubre desde estas líneas quiero proponer como el día de la primera representación teatral el domingo 26 de octubre de 1862 apoyando este dato en lo indicado en el “Boletín Oficial Estraordinario de la Provincia de Murcia” del viernes 24 de octubre donde se dice que se ha dispuesto la inauguración del teatro en la noche “del Domingo inmediato”, es decir, el día 26.

Según nos cuenta Frutos Baeza en su "Bosquejo histórico...", Isabel II donó entre distintas obras de beneficencia la cantidad de 372.000 reales.

El Ayuntamiento por su parte gastó con motivo de la visita real 700.400 reales.

La comitiva real partió hacia Alicante por la Puerta de Orihuela para dirigirse a Madrid donde llegaron el día 29 por la tarde. 





20 junio 2019

CEMENTERIOS DE MURCIA DESDE FINALES DEL SIGLO XVIII


Un punto de inflexión en cuanto a los enterramientos de difuntos se refiere lo marca la Real Cédula de 3 de abril de 1787 dada por Carlos III prohibiendo los enterramientos en las iglesias.

El hecho que movió al rey a emitir esa orden fue “la epidemia experimentada en la Villa de Pasage, Provincia de Güipuzcoa” en 1781 “causada por el hedor intolerable que se sentía en la Iglesia Parroquial de la multitud de cadáveres enterrados en ella”.

Esta epidemia y otras que se habían producido en otras provincias llevó al rey a pedir consejo sobre la mejor solución al problema.

Uno de los consultados fue el obispo de Cartagena. En su respuesta, favorable a sacar los cementerios fuera de las ciudades, reconoce que en la Catedral de Murcia con motivo de la limpieza del carnero “en donde se sepultan los mas de los difuntos de su Parroquia”, se hubo de celebrar los Divinos Oficios en la capilla del Palacio Episcopal debido al “aire corrompido, que havía infestado la Catedral”.

Seis años después el rey publicó la Real Cédula en la que se ordenaba la construcción de cementerios fuera de las poblaciones en sitios ventilados y distantes de las casas de los vecinos.

CEMENTERIO DE LA PUERTA DE ORIHUELA. 1796

En Murcia, obedeciendo al monarca se construyó  el “Cementerio de la Puerta de Orihuela” en el actual Barrio de La Paz debajo de donde hoy se levanta el Parque Infantil de Tráfico. Su construcción fue aprobada por el obispo el 11 de diciembre de 1795 siendo bendecido el 30 de octubre de 1796.
El crecimiento de la ciudad por la zona del barrio de la Trinidad hizo que apenas un siglo después el cementerio quedase prácticamente dentro de la ciudad planteándose la necesidad de la construcción de otro nuevo más alejado de la ciudad. El cementerio cerró en junio de 1887.

CEMENTERIO DE LA ALBATALÍA O DE LA PUERTA DE CASTILLA

Hay menos información sobre este cementerio pero parece ser que pudo ser inaugurado en 1811. Pudo estar situado al final del Malecón; hay quien recuerda que también se le conocía como el cementerio del Camino de La Ñora. También fue cerrado en 1887 al abrirse el nuevo cementerio de Nuestro Padre Jesús.

CEMENTERIO DE NUESTRO PADRE JESÚS (ESPINARDO). 1887

En 1882 el ayuntamiento, encabezado por su alcalde liberal Eduardo Riquelme constituyó una comisión para la construcción de un nuevo cementerio, hecho que la Iglesia se vio finamente obligada a aceptar tras llegar a un acuerdo en junio de 1883.

El Ayuntamiento encargó el proyecto para la realización del camposanto al arquitecto municipal Rodolfo Ibáñez. Tras un proyecto fallido se decidió acometer el firmado en octubre de 1883. Un camposanto de 270 m de fachada y 400 de profundidad, con espacio diferenciado para el enterramiento de suicidas, protestantes y niños sin bautizar, así como casa para los sepultureros, sala de autopsias, depósito de cadáveres, capilla…

Entre 1884 y 1887 vemos como encargado de las obras a Antonio Hernández Crespo.

En plena construcción del cementerio, entre junio y octubre de 1885, se declara una terrible epidemia de cólera en Murcia que desaconseja enterrar a los muertos por la enfermedad en los cementerios de la Puerta de Orihuela o La Albatalía debido a su proximidad a la ciudad. Por este motivo se decidió habilitar una parte del cementerio en construcción para enterrar a los fallecidos por el cólera. Previamente se procedió a la bendición del terreno el 14 de junio.

Cuando estaba a punto de inaugurarse el cementerio de Espinardo a mediados de 1886 el obispado se negó a firmar el texto previamente acordado con el Ayuntamiento por una serie de puntos en los que ahora no estaban de acuerdo como el de la titularidad.

Ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo el Ayuntamiento decidió abrir el cementerio pero el obispo recurrió a instancias nacionales y estas paralizaron la iniciativa municipal. Finalmente el obispo cedió y el cementerio fue bendecido el 6 de junio de 1887.

Pero como suele ser habitual el cementerio se inauguró pero las obras no estaban acabadas, faltaba por hacer la sala de autopsia, depósito de cadáveres..., amén de la fachada.

Tenemos que llegar hasta 1893 para que el Ayuntamiento se decida a acometer la construcción de la fachada. En este momento era arquitecto municipal Pedro Cerdán Martínez, y como tal, autor del proyecto presentado el 3 de agosto de 1894.  El Ayuntamiento con poco dinero en sus arcas aplazó el inicio de las obras hasta marzo de 1895. Aunque el plazo de realización de las obras era de cinco meses duraron más de un año recepcionando las obras en diciembre de 1896.

El costo final de la obra superó lo inicialmente presupuestado tardando el Ayuntamiento más de lo deseado, tres años, en liquidar las cuentas con el contratista.

Y esta es la breve historia del cementerio de Murcia que recientemente ha cumplido 132 años de historia.

Para profundizar en el tema aconsejo leer la tesis doctoral de Ana María Moreno Atance sobre el arte y la arquitectura de los cementerios murcianos.




16 junio 2019

SAN VICENTE FERRER EN MURCIA


En 1411, procedente de Lorca y Librilla y siguiendo su ruta de predicación, Vicente Ferrer llega a Murcia el 9 de abril, Jueves Santo, acompañado por Leonardo García encargado de tomar nota de los milagros que el religioso iba realizando. Se alojó en el convento de los dominicos fundado en 1266 en los huertos del último rey musulmán de Murcia.

Ese día pronuncia los dos primeros sermones de los seis que dirá en Murcia.

Era Domingo de Ramos cuando Vicente Ferrer se dirigió a los murcianos congregados en la actual Plaza de Santo Domingo. Tras anunciarles que Murcia estaba dominada por el demonio exigió a este que abandonase la ciudad; en ese momento se oyó un gran griterío procedente de la calle Trapería desde donde llegaron cuatro caballos desbocados que pasaron junto a la multitud sin causar ningún mal. Según les dijo Vicente Ferrer a los murcianos allí congregados, esos caballos eran unos demonios que abandonaban la ciudad por el arrepentimiento de sus habitantes.
Poco después abandonaría la ciudad; el miércoles 15 de abril ya lo encontramos en Molina, Cieza, y posteriormente en Jumilla, Hellín, Tobarra, Chinchilla, Albacete…

Ese mismo año y como consecuencia de la visita del santo, se funda la Archicofradía de la Sangre.

En la fachada de la iglesia de Santo Domingo, de Murcia, podemos ver a Vicente Ferrer en un falso balcón predicando a los murcianos.