En 1411, procedente de Lorca y Librilla y siguiendo su ruta
de predicación, Vicente Ferrer llega a Murcia el 9 de abril, Jueves Santo, acompañado
por Leonardo García encargado de tomar nota de los milagros que el religioso
iba realizando. Se alojó en el convento de los dominicos fundado en 1266 en los
huertos del último rey musulmán de Murcia.
Ese día pronuncia los dos primeros sermones de los seis que
dirá en Murcia.
Era Domingo de Ramos cuando Vicente Ferrer se dirigió a los
murcianos congregados en la actual Plaza de Santo Domingo. Tras anunciarles que
Murcia estaba dominada por el demonio exigió a este que abandonase la ciudad;
en ese momento se oyó un gran griterío procedente de la calle Trapería desde
donde llegaron cuatro caballos desbocados que pasaron junto a la multitud sin
causar ningún mal. Según les dijo Vicente Ferrer a los murcianos allí
congregados, esos caballos eran unos demonios que abandonaban la ciudad por el
arrepentimiento de sus habitantes.
Poco después abandonaría la ciudad; el miércoles 15 de abril
ya lo encontramos en Molina, Cieza, y posteriormente en Jumilla, Hellín,
Tobarra, Chinchilla, Albacete…
Ese mismo año y como consecuencia de la visita del santo, se
funda la Archicofradía de la Sangre.
En la fachada de la iglesia de Santo Domingo, de Murcia,
podemos ver a Vicente Ferrer en un falso balcón predicando a los murcianos.
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