Todos hemos visto, cuando
paseamos por el Malecón, junto al colegio de los Maristas, un campanario blanco
que no es otro sino el del monasterio de la Exaltación del Santísimo Sacramento
de las Madres Capuchinas. Aunque las monjas ocupan ese espacio desde tiempo
relativamente reciente su presencia en Murcia se remonta a mediados del siglo
XVII. Veamos algo de esa historia.
Era el día del Corpus de 1640
cuando tuvo lugar en Barcelona los terribles acontecimientos políticos
conocidos como “Corpus de Sangre” en los que se llegaron a atacar diversas
iglesias y profanar las hostias sagradas. Como consecuencia de estos hechos, el
canónigo de la catedral Alejo de Bojados y Llul huyó hasta Zaragoza donde
maduró la idea de fundar un convento dedicado al Santísimo Sacramento en
desagravio por lo sucedido en Barcelona.
Estando en Zaragoza fue nombrado
Inquisidor General del Reino de Murcia por lo que pensó en fundar en nuestra
ciudad dicho convento.
Para ello le acompañaron en su
viaje a Murcia la abadesa del convento de las capuchinas de Zaragoza María Ángela Astorch y cuatro monjas
más.
El Inquisidor compró unas casas
en Murcia que sirvieron de convento inicial a las monjas siendo ocupado el 29
de junio de 1645, fecha pues de la fundación del convento.
Al finalizar 1646 ya eran 15 las
monjas del monasterio causando graves problemas de alojamiento dado lo pequeño
del espacio inicial del mismo.
Estas circunstancias se agravaron
cuando en 1648 se declaró la epidemia de peste en Murcia. Este mismo año el
Ayuntamiento “expropió” unas casas contiguas al convento para ampliar el solar
del mismo.
En 1651, el 14 de octubre, tiene
lugar la gran riada de San Calixto que obliga a las monjas a abandonar el convento y
trasladarse al que la Compañía de Jesús tenía cerca; allí estuvieron unos días
hasta que pudieron desplazarse hasta una casa que los jesuitas tenían en Santa
María del Monte y donde estuvieron un año, hasta finales de noviembre del año
siguiente.
Pero como el tema de las riadas,
como ya sabemos, es un mal endémico de nuestra ciudad, un año después, en
noviembre de 1653 se produjo otra gran avenida que sacó a las monjas de nuevo
de su casa no pudiendo regresar hasta noviembre de 1654.
Unos años después, en 1664, se decide
efectuar algunas obras que dignifiquen el lugar en el que viven estas monjas y
se acomete la construcción de una iglesia para el convento obras que se
prolongarán durante casi una década y media pues no finalizaron hasta febrero
de 1688.
Aunque la iglesia estaba acabada,
la ornamentación y la fachada tenían que esperar. En 1700 se colocó el retablo
y el proyecto de fachada no se realizó hasta 1796, más de un siglo después.
Durante este tiempo se produjo el
fallecimiento de la abadesa y fundadora, la madre María Ángela Astorch; había
muerto en 1665. Al trasladar su cuerpo a la nueva iglesia se comprobó que se
encontraba incorrupto por lo que aumentó la devoción hacia ella y el deseo de
canonización. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1982. Su cuerpo incorrupto
está expuesto en el convento del Malecón.
En el convento también está
enterrado el escultor Francisco Salzillo.
Del monasterio nada queda en la
actualidad. En los primeros días de la Guerra Civil fue saqueado por un grupo
incontrolado aunque las obras de arte pudieron ser salvadas gracias a la “Junta Delegada de Incautación, Protección y
Salvamento del Tesoro Artístico de Murcia”.
El monasterio se encontraba en el
espacio que hoy ocupa la Delegación de Hacienda, Gran Vía y primera manzana de
la calle Maestro Alonso; estaba limitada al norte por la calle Acequia (actual
Acisclo Díaz) al sur por la calle Capuchinas (actual Marcos Redondo) y por el
oeste con calle Ordoño (actual Portillo de San Antonio).