29 septiembre 2019

LAS MONJAS CLARISAS CAPUCHINAS EN MURCIA


Todos hemos visto, cuando paseamos por el Malecón, junto al colegio de los Maristas, un campanario blanco que no es otro sino el del monasterio de la Exaltación del Santísimo Sacramento de las Madres Capuchinas. Aunque las monjas ocupan ese espacio desde tiempo relativamente reciente su presencia en Murcia se remonta a mediados del siglo XVII. Veamos algo de esa historia.

Era el día del Corpus de 1640 cuando tuvo lugar en Barcelona los terribles acontecimientos políticos conocidos como “Corpus de Sangre” en los que se llegaron a atacar diversas iglesias y profanar las hostias sagradas. Como consecuencia de estos hechos, el canónigo de la catedral Alejo de Bojados y Llul huyó hasta Zaragoza donde maduró la idea de fundar un convento dedicado al Santísimo Sacramento en desagravio por lo sucedido en Barcelona.

Estando en Zaragoza fue nombrado Inquisidor General del Reino de Murcia por lo que pensó en fundar en nuestra ciudad dicho convento.

Para ello le acompañaron en su viaje a Murcia la abadesa del convento de las capuchinas de  Zaragoza María Ángela Astorch y cuatro monjas más.

El Inquisidor compró unas casas en Murcia que sirvieron de convento inicial a las monjas siendo ocupado el 29 de junio de 1645, fecha pues de la fundación del convento.

Al finalizar 1646 ya eran 15 las monjas del monasterio causando graves problemas de alojamiento dado lo pequeño del espacio inicial del mismo.

Estas circunstancias se agravaron cuando en 1648 se declaró la epidemia de peste en Murcia. Este mismo año el Ayuntamiento “expropió” unas casas contiguas al convento para ampliar el solar del mismo.

En 1651, el 14 de octubre, tiene lugar la gran riada de San Calixto que obliga a las monjas a abandonar el convento y trasladarse al que la Compañía de Jesús tenía cerca; allí estuvieron unos días hasta que pudieron desplazarse hasta una casa que los jesuitas tenían en Santa María del Monte y donde estuvieron un año, hasta finales de noviembre del año siguiente.

Pero como el tema de las riadas, como ya sabemos, es un mal endémico de nuestra ciudad, un año después, en noviembre de 1653 se produjo otra gran avenida que sacó a las monjas de nuevo de su casa no pudiendo regresar hasta noviembre de 1654.

Unos años después, en 1664, se decide efectuar algunas obras que dignifiquen el lugar en el que viven estas monjas y se acomete la construcción de una iglesia para el convento obras que se prolongarán durante casi una década y media pues no finalizaron hasta febrero de 1688.

Aunque la iglesia estaba acabada, la ornamentación y la fachada tenían que esperar. En 1700 se colocó el retablo y el proyecto de fachada no se realizó hasta 1796, más de un siglo después.

Durante este tiempo se produjo el fallecimiento de la abadesa y fundadora, la madre María Ángela Astorch; había muerto en 1665. Al trasladar su cuerpo a la nueva iglesia se comprobó que se encontraba incorrupto por lo que aumentó la devoción hacia ella y el deseo de canonización. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1982. Su cuerpo incorrupto está expuesto en el convento del Malecón.

En el convento también está enterrado el escultor Francisco Salzillo.

Del monasterio nada queda en la actualidad. En los primeros días de la Guerra Civil fue saqueado por un grupo incontrolado aunque las obras de arte pudieron ser salvadas gracias a la “Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico de Murcia”.

El monasterio se encontraba en el espacio que hoy ocupa la Delegación de Hacienda, Gran Vía y primera manzana de la calle Maestro Alonso; estaba limitada al norte por la calle Acequia (actual Acisclo Díaz) al sur por la calle Capuchinas (actual Marcos Redondo) y por el oeste con calle Ordoño (actual Portillo de San Antonio).


No hay comentarios:

Publicar un comentario