06 octubre 2019

CONVENTO DE JUSTINIANAS DE MADRE DE DIOS DE MURCIA


Estaba finalizando el siglo XV cuando el deán don Martín de Selva y Valera, sacerdote con gran vocación fundacional, se propone crear un nuevo convento en la ciudad de Murcia.

Para conseguir su propósito hizo venir desde el Monasterio de Santa María de los Ángeles de Jaén a cuatro monjas dominicas.

Una vez en Murcia el deán pretendía que las monjas aceptasen las Reglas de los Canónigos de San Jorge in Alga de Venecia pero estas se niegan a aceptar unas constituciones distintas a las de su orden por lo que se quedan en Murcia pero fundando el Convento dominico de Santa Ana, las popularmente conocidas como “las Anas”. Era el año 1490.

No ha finalizado el año 1490 cuando el sacerdote decide continuar con su idea de fundar un convento con la Regla y Constituciones de la Congregación de San Jorge de Venecia fundada por San Lorenzo Justiniano. Escarmentado por el fracaso con las monjas jienenses esta vez las monjas fundadoras serán seglares encabezadas por la que sería la abadesa Teresa de Selva y hermana suya.

Las monjas se instalaron en unas casas posiblemente propiedad del deán.

Las obras del nuevo monasterio dieron comienzo el 18 de noviembre de 1490 aunque la Bula fundacional de Inocencio VIII es de 16 de diciembre de 1491. En ella se encarga al deán el gobierno del monasterio.

EL MONASTERIO EN EL SIGLO XX

El 14 de mayo de 1931 se incendió la iglesia de la Purísima, de los Padres Franciscanos y una talla de la titular obra de Salzillo.

Ese mismo día ante el temor de las monjas de Madre de Dios abandonaron durante un breve periodo de tiempo el convento alojándose en casa de familiares o amigos.

Con fecha de 25 de febrero de 1935 las monjas vendieron a José Coy Cerezo una parte del convento (unos 329 m2) concretamente la esquina que hacía el convento en las calles Madre de Dios y 
Contraste (ahora Pascual) donde levantó un edifico de cinco plantas.

Tras el inicio de la guerra, el 22 de julio de 1936 las monjas tuvieron que abandonar de nuevo el convento. Pocos días después fue asaltado y quemadas algunas imágenes y documentos.

Unos meses después, en septiembre, el Ayuntamiento continúa con su proyecto para abrir una nueva avenida en Murcia, la Gran Vía. Para ello tiene que expropiar parte del convento que obstaculizaba la apertura de esa vía. En el Libro de Actas Capitulares podemos leer sobre el “derribo en la nueva Gran Vía del Convento de Madre de Dios proyectándose la unión inmediata con el Puente Viejo”.

Una vez finalizada la guerra las siete religiosas de la congregación se instalaron en un piso de la calle Vinader, 13, al tiempo que vendían al Sr. Coy los restos del convento todavía de su propiedad, los colindantes con la Gran Vía en los que se levantaron la casa de los Meseguer-Bernal y la “Torre de Murcia”.

En la misma calle Vinader se encontraba el antiguo convento de la Congregación de María Reparadora ahora residentes en la calle Platería.

Las justinianas decidieron comprar los cinco edificios que constituían el convento de las Reparadoras y tras las necesarias obras de acondicionamiento ocuparon dicho espacio. La compra se efectuó el 24 de julio de 1940.

El 23 de abril de 1941 se inauguró la nueva iglesia oficiando la primera misa el capellán de la Comunidad don Valentín Tébar García-Valladolid.

Actualmente las monjas Justinianas tienen su convento en el Barrio del Infante junto al Parque de Bomberos.



03 octubre 2019

RELIQUIAS DE SAN FULGENCIO Y SANTA FLORENTINA

El 12 de octubre de 1593 Felipe II, desde San Lorenzo del Escorial, expidió una Carta Real informando al obispo Sancho Dávila que le habían llegado los cuatro huesos de San Fulgencio y Santa Florentina que había solicitado a la iglesia de Berzocana (Cáceres) y que compartiría con la Catedral de Murcia. Anuncia en la carta, que envía con el Guardián del convento de San Francisco de Murcia fray Diego de Arce, los huesos a Murcia en un cofrecillo de madera tumbado, aforrado de terciopelo carmesí y guarnecido de plata, “que es el mismo en que me enviaron las reliquias”.

El 2 de enero de 1594 llegaron las reliquias a Murcia entrando a la ciudad por la Puerta del Azoque escoltadas por fuerzas de los Tercios y conducidas por fray Diego de Arce.

Se celebraron grandes fiestas con procesión, arcos triunfales, altares, bailes y máscaras, así como autos sacros, justas poéticas, sermones, toros y juegos de cañas.

El día comenzó con una misa mayor tras lo cual el obispo, cofradías, gremios, ayuntamiento… marcharon a recibir a la comitiva que traía las reliquias. Una vez recibidas, el obispo las puso sobre un altar, abrió el cofre y sacó los tafetanes carmesí y verde en los que iban envueltos los huesos de los dos hermanos; los besó, adoró y mostró al pueblo que postrado, los adoró también.

Las reliquias volvieron a su cofre que fue llevado bajo palio hasta San Antón. La procesión continuó por San Andrés, calle Cadena, Puerta del Azoque, San Nicolás, Lencería y Santa Catalina. En esta plaza los mercaderes habían levantado un arco triunfal y un gran escenario donde se hicieron dos representaciones en honor de los santos.

Ese día san Fulgencio fue designado patrón de la ciudad (ahora lo es de la diócesis), dio nombre a la puerta de Cadenas de la Catedral por la que hizo su entrada en la misma y al Seminario.

Actualmente estas reliquias se encuentran a la derecha del  Altar Mayor de la Catedral de Murcia, desde la posición de los fieles.