27 enero 2020

EMILIA PARDO BAZÁN EN MURCIA (1)


A finales del siglo XIX la escritora gallega Emilia Pardo Bazán emprendió un viaje al Levante español con el objetivo de conocer estas tierras. Sus impresiones sobre lo que había visto las plasmó en unos artículos titulados “Por tierras de Levante” que aparecieron en la publicación “Letras de Molde” entre el 15 de enero y el 11 de marzo de 1900.

El viaje en tren, que se inicia en Madrid, la trae hasta tierras murcianas vía Albacete.

La primera impresión que le causa nuestra tierra no parece muy positiva pues según dice “la aridez de Calasparra me aconseja que cierre los ojos y dormite un rato”, aunque un poco más allá “en Cieza me despabilo y miro sorprendida el paisaje. Onduloso, con vastos surcos que semejan el fondo del mar arado por el oleaje y. estratificado después, recuerda los muertos valles de la luna, desprovistos de agua y de vegetación. Sólo un nopal se alza del duro suelo, el primer nopal, que con sus rígidas pencas, dedos de enorme mano verde, señala el rumbo hacia la región morisca”.

El tren continúa su marcha y “según nos acercamos á Murcia, las nubes se disipan, el sol brilla, las gotas llovedizas se evaporan, el aire se hace seco, ligero, elástico, y trae efluvios de olorosas flores”.

No obstante parece que nuestra novelista se siente un poco defraudada en sus expectativas pues no encuentra las imágenes cantadas por Vicente Medina sino que ve que la “tierra es gris y arcillosa, las chumberas palidecen bajo la capa de resecado polvo”.

Pero conforme se acerca a Murcia parece que el paisaje va cambiando:
Desde Alguazas, por fin, asoma el lujo de los fértiles campos, y la vista de los plantíos…

Y ya en la capital…
A las dos horas de estar en Murcia… comprendí que allí no hay superfluidad alguna, y que si bien repartida y aprovechada está el agua del río, lo mismo la vegetación. La morera, alimento del gusano; el granado con sus pomas cuajadas de rubíes, la palmera coronada de su amarillo fruto, la parra que presta sombra y cría el racimo de miel, el limonero y el naranjo que derraman el olor de sus azahares, y también el rosado pimiento y la escarchada sandía…

Y de las casas de los huertanos opina:
Por la Huerta conviene andar á pie… Y es preciso registrar, al través de la puerta abierta siempre, las limpísimas, las pintorescas moradas de los huertanos. …tan humildes, pero tan pulcras y claras, con sus cacharros vidriados de colorines, su cántara rezumando, todo en orden, barrido, y allá en el fondo, pendiente de un clavo, la guitarra...

Tras recorrer la ciudad y la huerta marcha a Cartagena para volver de nuevo a la capital y acometer el segundo objetivo de su visita a nuestra tierra, conocer la obra de Salzillo.

La propia escritora nos confiesa que no le fue fácil la tarea de poder admirar la obra del genio. Para empezar preguntó en la fonda en la que se alojaba dónde podía admirar la obra de imaginero y desde allí la mandaron al Museo Provincial donde no había ninguna de sus obras. Tras más de una hora deambulando por el mueso alguien la orientó hacia la iglesia de Jesús Nazareno a donde se dirigió en coche para ganar tiempo y poder ver los santos antes de que cayese la tarde.

Pero una vez allí surge una nueva dificultad. Para contemplar las obras de Salzillo hay que solicitar permiso al Hermano Mayor de la Cofradía que por delegación concede el portero de la iglesia.  

Ya dentro de la iglesia comprueba que los Pasos están distribuidos en capillas diferentes, y para mirarlos es preciso trepar por escaleras de madera y tablados de acceso dificultoso. Algunos se ven libremente pero otros están encerrados, no ya en hornacinas ni camarines, sino en armarios, cuyos vidrios y barrotes estorban casi del todo la vista.

Del Prendimiento dice que “no concibo cosa más bella que aquel Jesús, que presenta la mejilla al beso de Judas”. Es lo que más le impresiona de la obra de Salzillo.

También le impresiona La Oración en el Huerto.

De la Cena, opina que “el conjunto de las figuras es de una expresión y una valentía extraordinarias”.

En definitiva, su opinión sobre Salzillo después de admirar su obra es que se trata de un “consumado artista, reflexivo y dueño de los secretos, y no el realista fiel hasta el servilismo que muchos le creen”.

Cumplidos sus objetivos en tierras murcianas la autora de “Los pazos de Ulloa” partió hacia Orihuela y Elche.




23 enero 2020

ALFONSO XIII EN CARTAGENA Y LOS ALCÁZARES (1923)


El 20 de marzo de 1923 el rey Alfonso XIII llegó a Cartagena en tren acompañado por el gobernador civil de la provincia y el ministro de Marina. Una compañía de infantería con bandera y música le rindió los honores correspondientes.

De la estación se trasladó hasta el Hospital de la Caridad donde oró ante la patrona de la ciudad para a continuación marchar hasta el puerto donde cogería una lancha que lo llevaría hasta el acorazado “España” donde se alojaría los días de estancia en Cartagena.

Toda la tarde la pasó el monarca en la Constructora Naval y la Base de submarinos conociendo los distintos departamentos.

A las 7 de la tarde, en Capitanía General, hubo una recepción al personal civil. Por último a las 9, en el acorazado “España” el rey ofreció una cena a las autoridades.[1] No hubo champag ni brindis.[2]según señala el cronista de La Verdad.

Al día siguiente, el miércoles 21, se trasladó en coche hasta Los Alcázares. En su recorrido paró la comitiva en La Unión donde saludó al alcalde, concejales y autoridades civiles y militares.
Don Alfonso, al ver el número de casas abandonadas y en su mayoría en ruinas, preguntó a qué obedecía, contestándosele que los obreros habían emigrado en gran número, ante la crisis minera que desde hace tiempo se sentía.[3]

A las 10 llegó a Los Alcázares donde fue recibido por el jefe y oficiales del aeródromo. Después visitó los hangares y demás dependencias militares.

A continuación se realizaron diversos ejercicios de tiro y simulacros de combates aéreos que el monarca contempló desde la costa.

Finalizado estos ejercicios el rey fue llevado hasta la isla Perdiguera donde se llevaron a cabo ejercicios de tiro desde los aviones con el disparo de diecinueve bombas de ensayo.

Terminadas las prácticas de tiro toda la comitiva se dirigió al Club de Regatas, frente al Hotel de la Encarnación donde se ofreció un lunch para 200 personas.[4]

De nuevo en Cartagena, ya por la noche, asistió a la puesta en escena de El alcalde de Zalamea a cargo de la Compañía Borrás en el Teatro Circo.

El día 22 a las ocho y media salió el Rey a altamar para presenciar las maniobras navales que se desarrollarían a la altura de cabo Tiñoso e isla de Escombreras. [5]

A las 4 y media de la tarde el rey se dirigió al Hospital de la Caridad donde visitó todas las dependencias, firmó en el álbum y dejó un fuerte donativo.[6]

Desde allí se dirigió a la estación de tren para dirigirse a Madrid, vía Murcia.



[1] El Liberal, 21 de marzo de 1923
[2] La Verdad, 21 de marzo de 1923
[3] La Verdad, 22 de marzo de 1923
[4] El Liberal, 22 de marzo de 1923
[5] El Liberal, 23 de marzo de 1923
[6] El Liberal, 23 de marzo de 1923






22 enero 2020

IGLESIA DEL CARMEN (1721-1769)


Para iniciar la historia de la actual iglesia del Carmen hemos de retrotraernos hasta mediados del siglo XV cuando el obispo Diego de Comontes, el 1 de agosto de 1451 cedió unos terrenos para erigir una ermita que sabemos con certeza que ya estaba levantada en 1584 en honor a San Benito.

Ese año dos regidores del ayuntamiento visitaron al Provincial de la Orden del Carmen en Córdoba y como consecuencia, varios religiosos se instalaron en Murcia fundando la primera casa convento en esa misma ermita el 20 de marzo de 1586, dado que los agustinos no los querían como vecinos en San Andrés (llegaron a asaltarles el convento).

En 1634 se llevaron a cabo reformas ampliando sus dependencias.

Pero la noche del 14 de octubre de 1651 una fuerte riada conocida como la de San Calixto derribó el convento de carmelitas. Frutos Baeza lo cuenta así:
"tras dos días de incesante lluvia llegó Sangonera, hecho desfrenado mar; hinchóse bravamente el Segura hasta cubrir los ojos del puente, a cuyo obstáculo, afluyendo y azotándose unas con otras las olas se arrojaron furiosas por el Carmen y Capuchinos... estuvieron sitiados por el agua, sin humano remedio".

Años después y recuperados de la tragedia se continuó con la urbanización de la zona; se diseñó una alameda que uniría el puente sobre el río con la iglesia gracias a los acuerdos municipales de 1679 y 1681.

Pero el 18 de abril de 1721 fray Juan Álvarez Balderas, el prior de la comunidad manifestó la necesidad de construir una nueva iglesia. Para ello pidió unos terrenos en la actual Alameda de Capuchinos que el Ayuntamiento les cedió.

La bendición y colocación de la primera piedra se realizó el 14 de septiembre de 1721, día del Dulce Nombre de María. El acto fue llevado a cabo por el Vicario General de la Diócesis, Francisco Fernández.[1]

Las obras se paralizaron el 28 de enero de 1745, durante 16 años por falta de solvencia económica de la comunidad.

El 10 de enero de 1761 las obras se retomaron y se estuvo trabajando hasta junio de 1767 a cargo de la comunidad por lo que la Orden quedó endeudada en 80.000 reales.

A principio de julio el matrimonio Felipe García Ros y Catalina Faz Ros decidió dedicar su fortuna en la finalización del templo y costeando un órgano obra de Matías Salanova y las pinturas murales obra de Pablo Sistori el mismo que pintó las paredes de Santa Eulalia.



Con este gran avance económico en 1769 las obras están terminadas. El 2 de julio el obispo celebró la primera misa en la iglesia.

Se hizo iglesia y convento aunque de este último solo queda la fachada que se puede observar a la izquierda de la iglesia.



[1] Fuentes y Ponte. España Mariana (1882). Parte tercera. Pág. 4

21 enero 2020

CARMELITAS DESCALZAS DE MURCIA



Las Carmelitas Descalzas es una orden religiosa que surge en Murcia por especial empeño de un canónigo de la Catedral, don Alejandro Peinado y Bocio.

Este sacerdote, miembro de una acaudalada familia murciana, tenía un gran interés porque hubiese en su ciudad un convento con la regla Carmelitana por lo que acondicionó unas casas de su propiedad en la calle de las Pilas (actual Sagasta) para habilitarlas como convento e iglesia.

Tras vencer muchos obstáculos recibió por fin el permiso del rey Fernando VI mediante un Decreto Real de febrero de 1749 en el que se concedía "Que sin embargo de lo representado por el Consejo, ha resuelto su Majestad dar su licencia para que se funde el mencionado convento, sin restricción ni condición alguna". 

Una vez finalizadas las obras y con todos los permisos concedidos se constituyó la comunidad el 24 de marzo de 1751 con monjas procedentes de diversos conventos (Daimiel, San Clemente, Caravaca…).

El Manuscrito de Rocamora nos describe cómo “entraron en esta ciudad las fundadoras de Monjas Teresas: Vinieron de La Mancha, pararon en el convento de Santa Isabel, y desde este el día 24, fueron a su nuevo convento en una lucida procesión. El día 25 se dijo la primera misa y se llevó de la catedral a S.D.M. (Su Divina Majestad)”.


Debido al mal estado del convento en 1964 las hermanas se trasladaron a un nuevo monasterio en la Subida de la Fuensanta. Pertenecen a la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. 






10 enero 2020

CAPILLA DEL PILAR DE MURCIA


La erección de la Capilla del Pilar, en la calle del mismo nombre, tiene su origen en unos hechos ocurridos en 1683[1].

En efecto, una noche de ese año, iba el corregidor don Francisco Miguel del Pueyo haciendo la ronda con sus ministriles por la Puerta de Vidrieros cuando fueron atacados por unos malhechores recibiendo el corregidor un disparo que vino a dar en un relicario de la Virgen del Pilar que este siempre llevaba colgado del cuello salvándolo de una muerte segura. 

Agradecido por el favor de la Virgen dispuso la construcción de una ermita en su honor en el mismo sitio donde tuvo lugar el atentado. También se levantó una hospedería para peregrinos.

Hizo traer desde Zaragoza una imagen de la Virgen para colocarla en la nueva iglesia. La imagen fue trasladada desde la Catedral hasta la nueva capilla en procesión el tercer día de Pascua de Navidad de 1684. Como era costumbre se pregonó por la ciudad para que los vecinos engalanasen los balcones de las calles por las que pasaría la procesión y se pusiesen luminarias.

A su muerte quedó como patrono del lugar el Ayuntamiento con la promesa de costear y presidir las ceremonias que se habrían de celebrar el 12 de octubre de cada año.

La fachada de la Capilla del Pilar se levantó de nueva planta en 1863 debido al mal estado en que se encontraba la anterior. Fue restaurada en 1978.



[1] FUENTES Y PONTE (1880) Parte primera, p. 118 ss

04 enero 2020

ESCUDO Y BANDERA DE ABANILLA

ESCUDO DE ABANILLA

El escudo de Abanilla no está reconocido oficialmente.Se corresponde con el escudo en piedra que hay sobre la puerta del Ayuntamiento y que es parecido al de distintos reyes borbones pero sin ser exactamente igual a ninguno.



BANDERA DE ABANILLA

Decreto número 6/1999, de 28 de enero por el que se aprueba la Bandera del municipio de Abanilla. (BORM 9 febrero)

Configurada sobre cuatro cuarteles, en la proporción 2:3. Sobre el rectángulo superior izquierdo se instalarán las barras rojo y gualda que identifican la bandera de Aragón. Sobre el rectángulo inferior derecho, campeará el rojo burdeos (violáceo) representativo del Reino de Murcia. Los rectángulos superior derecho e izquierdo, quedan en blanco, por corresponder uno a la Orden de Calatrava y al Señorío de los Rocafull, y otro representativo de la gobernación de Orihuela. Todo ello presidido por el Escudo de Abanilla que ocupará el centro de confluencia de los cuatro rectángulos y cuarteles, anteriormente descritos, timbrado de Corona por tratarse de una villa.